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¡Mira, ya anda!

El Real Madrid es como un recién nacido. Un bebé calvito, arrugado y protestón que tiene alma de viejo ganador. Acunado por el severo Mou, este bebito ya va dando sus primeros pasos por la Champions, aunque no es fácil coordinar las piernas y la cabeza cuando en tus dos primeras temporadas te renuevan el equipo casi al completo.

Éste, nuestro bebé, apunta maneras, tiene talento innato, algo que le es propio y que tiene que desarrollar. Así lo demostró ayer ante otro infante, un Ajax que se perdió en la nada y nunca dio sensación de peligro. A la fiesta infantil se apuntó un tal Ozil, que tomó la batuta y jugó al fútbol de manera tranquila, eficiente, bonita. Tanto así, que salió aplaudido por ese “público ingrato” que habita el Bernabeu. También decidió acudir al festejo Gonzalo Higuaín, uno de los más avispados de su clase que haciendo trucos de magia en el primer gol y cortando el pastel en el segundo, se erigió como el mejor del partido. Pero en esta jauja blanca faltó más confetti. Muchos invitados para tan pocos regalos, porque el resultado fue un tímido dos a cero, pero la fiesta podía haber terminado en macrobotellón si el portugués, por mencionar al que más pecado tiene, hubiera decidido marcar algún que otro gol. Más fácil no lo tuvo, con pases de ensueño, huecos, disparos y más disparos que se escapaban sin rozar portería… una cabalgata de intentos que demostraron las ganas y el entusiasmo de un Cristiano que se moría de envidia viendo como ‘El Pipa’ se llevaba todos los abrazos.

En defensa bien, gracias. El Ajax no hizo trabajar a los blancos y ellos no pidieron explicaciones, salvo un honroso intento del equipo holandés que terminó con una oportuna mano de Casillas alzada en el último suspiro.

Y lo demás, estuvo protagonizado por un pequeño que fue gateando al principio, tomando confianza al final, y que terminó pidiendo más y más. Porque Canales, Pedro León y compañía olieron el césped, lo probaron y se quedaron con las ganas de participar en serio, con sus minutos reglamentarios. Defensa adelantada, un Marcelo que ha tomado protagonismo y quiere aprovecharlo, Xabi Alonso y Khedira intentando entenderse por el centro… detalles de la complicada coordinación que todavía necesita este cuerpecito para funcionar como sus aficionados mandan.

La primera noche europea de la temporada dejó un sabor agridulce. Fue un caramelo amargo que endulzó el paladar de muchos, pero dejó el regusto del “qué hubiera podido ser” en otros tantos. Quedan muchas fiestas esta temporada, y el Real Madrid promete asistir a todas ellas para dar mucho juego.