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Debate DT: ¿Le queda grande el Madrid a Canales?

 

Jaime Martín: NO

 

No he seguido especialmente de cerca la trayectoria de Sergio Canales. Supe de él, como el resto de los aficionados al fútbol, a partir de la pasada temporada, cuando el Racing de Santander se maravillaba de la nueva joya del fútbol español. Entonces el chaval era como una lolita, un objeto de deseo inalcanzable, porque al contacto con los grandes de la Liga, más experimentados y breados en esto de la vida, podría pervertir su futuro. Pero al Real Madrid nunca se le dice que no.

¿De verdad que nos preguntamos a estas alturas si a Canales le queda grande el equipo blanco? Pues claro que sí. Y al resto de futbolistas del mundo, también. Sólo un puñado de elegidos, de genios pueden optar a vestir con verdadero orgullo la camiseta de Chamartín. Están los Cristiano, los Xabi Alonso, los Iker… y luego vienen el resto. Porque, ¿estamos seguros de que todos los que conforman la plantilla blanca merecen estar ahí? Tengo varios nombres en la punta de la lengua y ahí se van a quedar. Pero eso sí, Canales tiene un gran potencial. Y la única manera de hacerlo surgir es jugar con los mejores, exigirle más y más hasta que estalle y tenga una de esas revelaciones en forma de partido grande. Uno no puede mejorar si juega siempre con los de su mismo nivel. Hay que pasar al siguiente estadio en la escala para ver hasta dónde se puede llegar.

Damas y damos, Canales tiene 18 años. Ahora está comenzando a ser persona, dejémosle, que crezca también como futbolista.

 

Emilio Caballero: NO…….o tal vez un poco.

 

Hoy no te voy a llevar la contraria porque creo que Canales tiene potencial suficiente para jugar en cualquier equipo. Pero mis dudan llegan al preguntarme si le queda grande ‘éste’ Madrid. Llegó Mourinho y ha cambiado todo en el club madridista; el portugués ya controla hasta las estadísticas de los árbitros y nunca se corta a la hora de alabar o sobretodo criticar a cualquiera de sus jugadores si lo que ve en el campo no es de su agrado.

Anoche en copa Sergio tenía la oportunidad de sostener un listón muy elevado por Mesut Özil y defraudó. Se le vio falto de ritmo, impreciso, pero especialmente sin confianza para intentar agradar a su mister. Incluso se llevó una tarjeta (entre tantas) tras llegar tarde a un balón dividido. Su calidad es indiscutible pero debe centrarse y asimilar todo lo que se la ha venido encima. Es muy difícil rendir a gran nivel cuando se juega tan poco (no olvidemos su lesión) y además le ha tocado vivir un cambio de ciclo y de ideología en el Real Madrid por lo que tendrá que aprender a marchas forzadas de la mano de uno de los tres mejores entrenadores del mundo con permiso de Sir Alex Ferguson y Pep Guardiola.

Estoy seguro de que terminará triunfando en el Madrid pero necesita creérselo, trabajar, trabajar y trabajar para conseguir el favor de Mou y, como tu bien dices, algún partido grande. Asimismo considero un error cederle en el mercado invernal; sería un palo enorme para el chaval y ya sabemos que después es muy difícil regresar para triunfar. Como casi todo en esta vida, tiempo al tiempo.

Un hombre llamado Clarence

En agosto de 1999 tuve la suerte de asistir a mi primer partido en el Santiago Bernabeu, en el trofeo que lleva su nombre, y no podía tener mejor estreno que con un Real Madrid – AC Milán. En ese partido se presentaba en sociedad a los flamantes fichajes del equipo presidido por Lorenzo Sanz, tales como Michel Salgado o el esperado Nicolas Anelka, y por el contrario, era la despedida de Clarence Seedorf, que poco después haría las maletas con destino a Milán (Inter). Los pitos del Bernabeu a su presidente denotaban la idea de que se resignaban a perder a uno de los héroes de ‘la séptima’. Anoche, 11 años después, pude ver de nuevo a Seedorf sobre el tapete merengue; volvía a la que fue su casa en un partido de los denominados ‘grandes’ de Europa y que mediría el estado del nuevo Madrid.

Era una noche especial puesto que un partido de Champions siempre es diferente. Con aficionados llegados desde toda la geografía española, el Teatro de la Castellana lucía un aspecto fabuloso. Olía a fútbol del bueno entre los dos equipos con más solera del balompié continental y ya desde el calentamiento, Seedorf se llevaba los primeros aplausos de la noche, pero no serían los únicos puesto que el partido nos dejó sonidos para destacar, como la espeluznante pitada a Robinho o la gran ovación de la noche, que no fue ni para Cristiano Ronaldo ni para Iker, sino para su entrenador Jose Mourinho – algo está cambiando en esto del fútbol -.

CR7 con su pose preferida.

Clarence comenzó el partido y casi sin darse cuenta, tras 14 minutos su ex equipo se había colocado 2 a 0 en el marcador. En el primero, una falta botada por CR7, hasta pareció apartarse para que el esférico perforase la portería, y en el segundo, dos minutos después, vio más alejado cómo un remate de primeras de Özil rebotaba en Bonera para elevar al Bernabeu al climax total. A partir de ahí el Madrid decidió tomarse unas vacaciones de 15 minutos en los que el Milán tomó el mando del partido de la mano de Pirlo y nuestro protagonista, cuya principal idea era la de buscar lo más rápido posible la banda izquierda, o la espalda de Arbeloa, como se quiera mirar, pero ni pato ni Ibra tuvieron su día. El holandés batalló y perdió pocos balones con su estilo inconfundible e incansable, pero nada pudo hacer debido a la superioridad de un rival que pudo hacer mucha más sangre de no ser por las incontables ocasiones desaprovechadas.

Seedorf recibió el cariño del Bernabeu

El Mou-Team comienza a carburar con una precisión que se suele adquirir tras años de trabajo, una precisión que no se debe medir por la cantidad de goles convertidos, sino por el orden que se vea sobre el terreno de juego. El de anoche fue un ‘correcto’ y muy necesario golpe de autoridad en Europa pero, aunque los ‘rossoneros’ llegasen a Madrid con su temible delantera, sigue sin ser un Manchester o un Inter y mucho menos un Barça o un Chelsea, gran favorito para alzarse con esta edición de la Champions League. De momento pleno de victorias y la clasificación para los temidos octavos de final encarrilada. El Milán de Seedorf se complica la vida y tendrá que ganar como mínimo dos de los partidos que quedan para asegurar la clasificación, sin embargo el incombustible ‘orange’ salió ovacionado de un estadio que no ha olvidado después de 11 años a un hombre llamado Clarence.

 

Un padre, su hijo y un partido de fútbol

Anoche volvía a casa y el vagón del metro iba cargado de aficionados del Real Madrid después de la exhibición de su equipo ante el Deportivo en el Bernabeu. Todo eran sonrisas tras la abultada victoria de los madridistas por 6 a 1, pero me llamaron especialmente la atención dos de ellos, un padre y su hijo. Sus ropas y bufandas empapadas dejaban claro que no habían estado en uno de los palcos ‘VIP’ del Teatro de la Castellana, pero sus caras reflejaban felicidad y no paraban de analizar el choque.

El hijo se regocijaba constantemente con los dos goles de Cristiano Ronaldo, cuya camiseta llevaba puesta; «Para los que hablan de que era un ansias y no estaba a su nivel» decía el joven de unos 20 años. También añadía: «Y también han estado geniales Özil,  Di María, hasta Higuaín, que no está muy católico últimamente». Era un aficionado totalmente hipnotizado por el Mou Team hasta que su padre le detuvo para recordarle el espectacular partido de Xabi Alonso, que dio todo un recital de cómo mover a un equipo, de cómo dirigir una ‘superproducción’.

Cristiano sació su hambre (foto elpais.com)

El padre insistía a su vástago que, de no haber marcado tan temprano en el partido (minuto 4) «otro gallo hubiera cantado», y los nervios habrían vuelto a los jugadores y sobre todo a la grada. No le faltaba razón a este hombre, que se secaba el pelo con su bufanda morada y negra. También es cierto que el Depor concedió excesivas facilidades; dista mucho del equipo que pudimos ver la temporada pasada y el puesto de Miguel Ángel Lotina empieza a estar en el aire.

Volviendo a esta curiosa pareja, se notaba que el joven era el más exaltado, y el padre, contento pero contenido, intentaba analizar algunos de los aspectos negativos del encuentro. «Mourinho se habrá cabreado bastante con el gol del Depor», comentaba. Al perfeccionista entrenador blanco no le gustaron las ocasiones que le hicieron a su equipo con llegadas desde las bandas, ni los balones perdidos en el centro del campo, pero sí la capacidad de basculación en ataque de sus chicos, de un lado hacia el otro del campo. Siempre guiados por Xabi, el Madrid atacó sin obsesionarse, con tranquilidad y rapidez al mismo tiempo, y la movilidad de los de arriba recordó a lo visto en el único partido ‘aceptable’ de la temporada ante el Ajax.

Juan Carlos cumplió su sueño (foto elpais.com)

Mientras padre e hijo continuaban su conversación, ya más calmada, por mi cabeza pasaba que se olvidaban un detalle, el debut del canterano Juan Carlos con el primer equipo, algo que casi con total seguridad no hubiese ocurrido de ser otro el marcador. El chaval lo intentó sin mucho éxito, pero todo es empezar y si le vio con desparpajo, ideas y bueno, el tiempo y Mou dirán. Otro detalle del partido fue el gesto  de Cristiano en la celebración del 6º gol, que recordó a la que hiciera junto a Kaka’ en Xerez el año pasado. Si el Madrid comienza a encontrarse a sí mismo y aparecen los resultados, que tango gustan a su entrenador, ¿Qué pasará con el hombre de los 68 millones de euros cuando se recupere? Como siempre, una incógnita.

La escena que anoche viví en el vagón de un metro me recordó que no hace mucho, un anuncio de TV proponía la idea de que un padre y un hijo disfrutasen del partido de su equipo desde el salón de casa, pues anoche esta pareja me demostró que nunca será lo mismo. Las caras de satisfacción de ambos, junto con sus ropas totalmente impregnadas de agua por la lluvia, así lo reflejaban. El poder del fútbol y la complicidad entre padre e hijo son un binomio que nunca debería perderse. La semana que viene, más.

Emilio Caballero

¡Mira, ya anda!

El Real Madrid es como un recién nacido. Un bebé calvito, arrugado y protestón que tiene alma de viejo ganador. Acunado por el severo Mou, este bebito ya va dando sus primeros pasos por la Champions, aunque no es fácil coordinar las piernas y la cabeza cuando en tus dos primeras temporadas te renuevan el equipo casi al completo.

Éste, nuestro bebé, apunta maneras, tiene talento innato, algo que le es propio y que tiene que desarrollar. Así lo demostró ayer ante otro infante, un Ajax que se perdió en la nada y nunca dio sensación de peligro. A la fiesta infantil se apuntó un tal Ozil, que tomó la batuta y jugó al fútbol de manera tranquila, eficiente, bonita. Tanto así, que salió aplaudido por ese “público ingrato” que habita el Bernabeu. También decidió acudir al festejo Gonzalo Higuaín, uno de los más avispados de su clase que haciendo trucos de magia en el primer gol y cortando el pastel en el segundo, se erigió como el mejor del partido. Pero en esta jauja blanca faltó más confetti. Muchos invitados para tan pocos regalos, porque el resultado fue un tímido dos a cero, pero la fiesta podía haber terminado en macrobotellón si el portugués, por mencionar al que más pecado tiene, hubiera decidido marcar algún que otro gol. Más fácil no lo tuvo, con pases de ensueño, huecos, disparos y más disparos que se escapaban sin rozar portería… una cabalgata de intentos que demostraron las ganas y el entusiasmo de un Cristiano que se moría de envidia viendo como ‘El Pipa’ se llevaba todos los abrazos.

En defensa bien, gracias. El Ajax no hizo trabajar a los blancos y ellos no pidieron explicaciones, salvo un honroso intento del equipo holandés que terminó con una oportuna mano de Casillas alzada en el último suspiro.

Y lo demás, estuvo protagonizado por un pequeño que fue gateando al principio, tomando confianza al final, y que terminó pidiendo más y más. Porque Canales, Pedro León y compañía olieron el césped, lo probaron y se quedaron con las ganas de participar en serio, con sus minutos reglamentarios. Defensa adelantada, un Marcelo que ha tomado protagonismo y quiere aprovecharlo, Xabi Alonso y Khedira intentando entenderse por el centro… detalles de la complicada coordinación que todavía necesita este cuerpecito para funcionar como sus aficionados mandan.

La primera noche europea de la temporada dejó un sabor agridulce. Fue un caramelo amargo que endulzó el paladar de muchos, pero dejó el regusto del “qué hubiera podido ser” en otros tantos. Quedan muchas fiestas esta temporada, y el Real Madrid promete asistir a todas ellas para dar mucho juego.

Son maneras de vivir

Ayer se presentaba el nuevo Real Madrid de Mourinho en un Bernabeu que volvía a oler a fútbol. Tras un verano con el flujo informativo volcado hacia el nuevo entrenador blanco y un flojo empate a nada en Mallorca, había cierta ansiedad por ver qué imagen daría el Madrid ante un Osasuna que nunca lo pone fácil.

Horas antes del partido, algunos se llevaban una grata sorpresa al observar que Mou salía con todo lo que tenía, y se frotaban las manos tras la inesperada derrota del Barcelona en casa ante el Hércules. Esperaban disfrutar de una gran goleada que infundiese miedo, pero resultó que no se encontraron ningún recital, aunque sí muchos aspectos reseñables de este nuevo Madrid.

Desde el principio se pudieron ver los primeros cambios. Nada de salir en tromba para atemorizar al rival; primero orden defensivo, después control, de nuevo orden y finalmente obtener el premio de cualquier partido de liga, los 3 puntos, ya que aún no han instaurado una clasificación de ‘jogo bonito’. Como ocurre en el mundo real ningún equipo comienza a jugar bien desde el primer partido, pero ya sabemos la paciencia efímera que se gasta en el ‘Teatro de la Castellana’.

Özil fue el mejor del Madrid. (Foto As.com)

Al Madrid le costó cogerle el tempo al partido, en parte gracias al excepcional planteamiento de Camacho con las líneas muy juntas y saliendo lo más rápido posible al ataque. Kehdira y Xabi, más preocupados por no perder la posición, no encontraban buenas opciones en ataque y tuvieron que recurrir a Özil, a la postre el mejor de la noche. El alemán estuvo rápido, incisivo y sintonizó casi a la perfección con el ataque; concedió varias oportunidades de gol a sus compañeros e incluso estuvo cerca de estrenarse como goleador con la camiseta blanca.

En el ataque, Benzema completó un más que aceptable partido; no fue espectacular, pero ante lo visto anteriormente, supo a gloria y sabe que este debe ser su año si quiere triunfar en el Madrid. Por otro lado, la pareja Higuaín-CR7 estuvo más que espesa; el ‘Pipita’ desperdició tres ocasiones claras de gol y echó algo de menos unas cuantas rayas celestes en su camiseta, pero ya sabemos que el ’20’ blanco siempre responde a las criticas con goles. Por otro lado Ronaldo, tras su milagrosa recuperación, se perdió entre taconazos y algún que otro disparo lejano, aunque fue el encargado de dejar en bandeja el gol de la victoria a Carvalho, eso sí, tras desaprovechar una clarísima ocasión a pase de Özil.

Cosas de la vida, resultó que la primera victoria en liga del ‘Mou-Team’ llegó de la mano de un Ricardo, pero no el que lleva el ocho a la espalda. El portugués acompañó con fe un contragolpe e instauró la tranquilidad en un público que comenzaba a impacientarse a pesar de encontrarnos en los albores de la temporada. El Madrid ganó pero no hizo disfrutar a una hinchada que bostezó más que sonrió. Máxima rentabilidad; un gol, 4 puntos y por delante de su máximo rival.

Estas serán, como decía el gran Rosendo, las ‘maneras de vivir’ del nuevo Madrid: ganar, ganar y ganar. Es cierto que para muchos el camino para conseguir la victoria es sumamente importante, pero al final, sólo quedan los resultados y los títulos, que se lo digan a Pellegrini. La afición deberá decidir qué es lo que prefiere, porque de momento, ganar y hacer disfrutar están registrados por Pep Guardiola y su Barça. Sólo queda saber si un eternamente insatisfecho Bernabeu se acostumbrará a esto.

Un verano para recordar. Vuelve Doble Tecla

El verano se nos va. Ya nunca más volverá este verano de 2010, el de la ilusión, el de Sudáfrica, el de La Roja. Este verano de 2010 ha sido el verano de todos los que vivimos con pasión casi irracional el deporte, y en especial el fútbol.

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